Ya no va, ya no calza, ya no hay sitio.
Un día pones la mesa y faltan puestos.
Te das cuenta de que hay cosas a las que ya no puedes encontrarles un lugar y cuando no hay sitio para algo, la vida te lo muestra.
De pronto todo comienza a sentirse como una maleta a la que se le rompieron las ruedas, porque cuando llega el momento de terminar una conexión o liberar una situación, las cosas se vuelven pesadas.
Pero lo bueno de la pesadez es que siempre se anticipa.
Sentir peso antes de aceptar algo es un aviso, es, sin duda, la forma en la que la vida te advierte que la dirección que estás a punto de tomar quizás no está alineada con quien eres.
Claro que…una cosa es lo que eres y otra lo que dices que eres.
Pero pasa mucho que a veces no tenemos ni idea de cuanto hemos crecido. Nadie lleva un registro de sus expansiones, y precisamente creo que para eso están los sentimientos. Esas banderitas de colores que son imposibles de ignorar porque nos avisan de dónde somos y de donde nos urge salir corriendo.
Si de pronto sientes resistencia es seguramente porque hay una brecha, un lugar por el que se está escapando la energía (y que te obliga a detenerte a pensar dos veces), o que intenta mostrarte que no perteneces a ese lugar.
Pero si ese no es tu sitio, es porque hay otro espacio que sí tiene tu nombre, uno en el que puedes tener la confianza de que no necesitas mirar a ambos lados antes de cruzar la calle.
Tal vez la línea de tiempo a la que perteneces es otra, y la máquina que “lo retrocede” en realidad está hecha de decisiones, de todos los pasos que das y que te acercan (o te alejan) de quien eres en verdad. El paso es tuyo de todas formas.
A veces no tenemos ni idea de quienes somos, pero eso no quiere decir que: la vida, el universo, o como le llames, no sepa. La energía no miente, por eso es que cuando se siente estancada se revuelca hasta que te hace reaccionar.
Por eso tiene sentido cuando te dicen que las cosas que son para ti no pueden llegar a menos que liberes lo que se supone que definitivamente no es tuyo.
Claro que la maleta pesa. Y por supuesto que la puedes seguir arrastrando, pero nadie te va a ayudar. Repito: La energía no miente, y por lo mismo no va a alimentar lo que se siente falso, por eso es que al final te “obliga” a soltar.
Hay cosas que son claras como el agua. Dejar ir, por ejemplo. Y hay otras que decidimos confundir hasta poder quedárnoslas un ratito más.
“Puedes mentirle a todo el mundo, menos a ti”, pero ten la certeza de que “lo que deberías saber” lo llevas incrustado en cómo reaccionas frente a ese algo o ese alguien.
Creo que cualquier decisión apurada es una mala decisión. O eso es lo que dicen las reglas, pero independientemente de ello, me parece esencial que te des permiso de procesar lo que sientes sin irte corriendo al “por qué”.
Piensa que si el “por qué” no está aquí es porque no estás destinado a saberlo. (todavía)
Pero si el sentimiento sigue apareciendo, si sientes que tienes que hacer un esfuerzo para seguir un ritmo que no es tuyo, detente y hazle caso. Suelta con cuidado y sin romper las cosas. Alguna vez alguien me dijo que es importante cerrar con amor lo que se abrió con amor (y creo que eso requiere de mucha paciencia).
Después de todo pienso que una vida estancada habla mucho de aferrarse a: personas, situaciones e incluso formas de pensar que no hablan el idioma de en quien te estás convirtiendo.
¿en dónde sientes ese peso?
Quieras, o no, el cuerpo siempre avisa.
Lo que pesa en el corazón, siempre tiene prisa.
-lunatintaypluma
Justo ahora estoy viviendo algo que está perfectamente alineado con lo que dices, muchísimas gracias por poner en palabras lo que a veces nos cuesta nombrar. ❤️🩹🥹 Este escrito se sintió como un mensaje del universo de que lo estoy haciendo bien.