Existen tipos de valentías: como la que necesitas cuando la piscina pide que te lances pero no te dice si es que tiene agua.
Y todo depende del impulso con el que llegan.
Están las que frente al miedo se arremangan la camisa y las que tienen que esperar al tres para arrancarse la curita.
Las que elegimos y las que llegado el momento, tiene que elegirnos a nosotros.
Pero la valentía es un algo que no siempre viene del mismo color, ni tampoco de la misma forma.
Quizás por eso a veces es difícil reconocerla.
Ya sabías que irse es cosa de valientes. Pero lo que no te dijeron es que (a veces) quedarse también lo es. (y quizá tengas que leer esto dos veces.)
Si necesitas valor para despedirte, necesitas una cantidad incalculable de coraje para elegir quedarte en un sitio sabiendo lo que te va a doler.
Así que no se trata de “elegir tus batallas” sino del tipo de “valiente” que quieres ser frente a las cosas que te asustan.
Está bien pausar para ver, pero a veces hay que hacer las cosas con pánico e ilusión.
Porque hay milagros que tienen que buscarse, aunque nadie pueda garantizarte en lo que van a resultar.
Eduardo Galeano decía que al horizonte no se llega nunca.
—¿Para qué sirve entonces?
—Para caminar
- lunatintaypluma
Espero que elijas el tipo de valentía con el que puedas andar ahora y que no te juzgues por lo que trae a la mesa.
Te quiero mucho
-gaby
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