No tenemos mala memoria.
Creo que recordamos lo que nos permite sobrevivir. Lo que nos da la (falsa) seguridad de que puede ser reconstruido de una forma en la que al juntarlo, parezca que no se rompió nunca.
Y que así, duela menos traerlo de vuelta.
Pero a veces pasa que lo que se rompe es parte de un todo que amamos (y que suponemos nos amó de vuelta), así que decidimos guardar cada pedazo, cada esquina rota y astillada porque el miedo a que la pieza quede incompleta es mucho más grande que el dolor de no poder volverla a juntar.
Rompemos y nos rompen. Unas veces sostenemos el cuchillo del mango y otras de la hoja de metal.
Y aunque las cosas se hayan roto por “accidente” no significa que se hayan roto por “casualidad”, ni tampoco de una sola manera. Lo roto es causal, consecuente y muchas veces irreversible.
Al principio es difícil entenderlo, pero construir desde una rotura se parece mucho a armar un rompecabezas sin la imagen de referencia. Porque aunque funcione, y las grietas ya no se puedan ver, nada que se haya roto vuelve a su estado original.
A diferencia de las extremidades, lo que se fractura en el corazón no se puede enyesar. (y menos mal)
Pero creo que la idea de inmovilizar algo (hablando de rupturas, anatómicas o no) es un paso que no debería de saltarse.
Antes de sucumbir al primer instinto de repararlo todo, primero acuérdate de que es importante saber que hay cosas que valen la pena reparar, pero es vital identificar las que están listas para soltarse. (Supongo que este tipo de premisa es lo que en la medicina se conoce como amputaciones).
Y supongo que por lo mismo, soltar algo que duele también es soltar algo de nosotros mismos.
Hay muchas cosas que sigo sin entender, entre esas está la de saber que: las explicaciones no siempre llegan en el momento en el que las necesitas (pero eso no quiere decir que no llegaron a tiempo). si lo piensas, tal vez las cosas que se rompen causan tanto estruendo porque a veces necesitan despertar a alguien.
Me gusta creer que ese “sacrificio” no viene en vano, que lo roto pasa de formar parte de algo, a convertirse en su propio alguien (supongo que hay partes que después de un tiempo también reclaman su independencia.)
Puede que no sea posible predecir el momento exacto de una ruptura, pero tarde o temprano aprendes a clasificar los pedazos.
A veces pienso en la idea tan absurda y tentadora de borrar las partes de nosotros que quisiéramos dejar de recordar. Y así es como me doy cuenta de que la memoria no es imparcial, creo que ella sabe perfectamente las partes que necesita para el mosaico que hace con lo que decidimos entregarle. Así es como funcionan los vitrales. Sara Bueno lo entendió antes: “Tengo el corazón tan roto, que cuando bailo suenan cristales.”
Una lista de cosas que “se me han roto”
- el brazo izquierdo
-la hoja, de tanto borrar
-el corazón (más de una vez)
-las medias
-la llave de entrada
-el recuerdo de un alguien
-los zapatos en 3ero de básica
-el cable del teléfono
-la paciencia
-la nariz (a los 2 años)
-las ganas de comenzar
lunatintaypluma
Hay muchas cosas que podemos decir. Lo que se nombra se entiende porque encuentra su lugar en nosotros.
Este noviembre decidí enfocarme en la “reparación”, (que no significa volver a lo mismo, claro) sino más bien en saber cómo resignificar esas mismas grietas. En detenerte a mirar lo que ha pasado con ese nuevo espacio que ahora es parte de ti.
Aquí tienes la información de los talleres
Nos vemos pronto!
tqm,
Gaby
En verdad es arte lo que escribes ❤️🩹